LOGO WEB-2

Un único Estado LAICO donde todos tengan cabida.

Las leyes, deberían basarse en derechos humanos universales y no en dogmas religiosos.

14/07/2025 Eugenio Muñoz
Imagen de WhatsApp 2023-12-01 a las 14.40.24_46390f44

El conflicto entre israelíes y palestinos parece un laberinto sin salida, pero la historia nos muestra caminos inesperados. Hubo un tiempo, en la Toledo de las Tres Culturas, donde judíos, musulmanes y cristianos convivieron en armonía, compartiendo saberes y prosperidad. Aquel espíritu de convivencia, que también floreció en Al-Ándalus, demuestra que las divisiones religiosas no son inevitables. Hoy, mientras la solución de dos estados se muestra cada vez más inviable ante la expansión de asentamientos israelíes y el bloqueo a Gaza, quizás la respuesta esté en mirar atrás para avanzar: construir un único Estado laico donde todos tengan cabida.

Imagen de WhatsApp 2023-12-01 a las 14.40.23_49c74f3b

Escultura en madera de JAVIER DÍAZ 

El problema tiene raíces profundas. Gran Bretaña, con la Declaración Balfour de 1917, sembró la semilla del conflicto al prometer una tierra habitada por árabes a un movimiento sionista emergente. Pero las tensiones son aún más antiguas: desde las Cruzadas medievales hasta el Holocausto que traumatizó al pueblo judío, pasando por la Nakba palestina de 1948. Tres religiones - judía, musulmana y cristiana - consideran esta tierra como sagrada, y tres pueblos han sufrido en ella. Sin embargo, la solución no está en dividir lo que la geografía y la historia han unido, sino en crear un Estado que separe religión y política, donde las leyes se basen en derechos humanos universales y no en dogmas religiosos. Jerusalén podría convertirse en símbolo de esta nueva convivencia, tal como en Toledo las sinagogas, mezquitas e iglesias aún testimonian aquel tiempo de entendimiento.

Captura de pantalla 2025-07-14 162627

Estados Unidos y Europa tienen una responsabilidad clave. Washington debería condicionar su ayuda militar a Israel al respeto de los derechos humanos, mientras Bruselas podría promover programas educativos conjuntos en lugar de mantener su ambivalencia actual. La comunidad internacional debe recordar su mandato original: garantizar paz con justicia, no mantener un status quo injusto. En Belén, Hebron y Nazaret aún quedan destellos de convivencia - comerciantes judíos y árabes que se saludan, familias cristianas que celebran fiestas musulmanas - que nos muestran el camino posible.

image1170x530cropped

En los patios de juego, cuando la pelota rueda y las risas se mezclan, no hay judíos, musulmanes ni cristianos; solo niños jugando. Sus sonrisas no entienden de dogmas ni fronteras sagradas. Este es el corazón de la solución: construir una sociedad donde la religión sea cuestión personal, interna, no identidad política o étnica. Si quitáramos el contexto religioso del conflicto - esos velos ideológicos que nos separan - descubriríamos que esos tres niños corriendo tras un balón son esencialmente iguales: seres humanos anhelando seguridad, felicidad y futuro. Como escribió el poeta Yehuda Amijai: "El aire sobre Jerusalén está lleno de plegarias y sueños como el aire de todas las ciudades. Solo que aquí es todo más transparente". Quizás la transparencia final sea darnos cuenta de que, bajo las creencias, todos compartimos la misma humanidad. La verdadera paz comenzará cuando dejemos de ver al otro como representante de una fe, una etnia o una raza y empecemos a verlo simplemente como un ser humano. Esa es la única victoria que vale la pena: no la de un pueblo sobre otro, sino la de la convivencia sobre la división.

4043_arenas_palestina_feb24

 

Lo más visto